En Cuentos de la selva, la imaginación prodigiosa y desbordada de Horacio Quiroga dan vida a una selva fantástica. En este mundo ideal, casi mágico, los hombres y los animales se hermanan en un mismo paisaje, salvaje y hermoso. Aquí, una abeja haragana puede transformarse en la más laboriosa de la colmena, y un cazador puede hacerse amigo de los venados y curar a todos los animales. Si estos últimos pueden comportarse tan virtuosamente como en este libro se narra, el hombre tiene la posibilidad de edificar un mundo feliz presidido por la solidaridad, el trabajo, la paz, la comprensión, el amor, la lealtad y la generosidad.