En El contrato social, considerado el germen ideológico de la Revolución Francesa, Juan Jacobo Rousseau hace énfasis en que es muy importante hallar un sistema de asociación que salvaguarde con toda la fortaleza común al individuo y a los bienes de cada uno de los asociados. De la misma manera, establece que por el contrato social el hombre pierde su libertad natural, sin embargo, gana la libertad civil. En esta obra, escueta en cuanto a su volumen, pero de incalculable valor para la humanidad, el autor intenta mantener en armonía constante lo que el derecho permite con lo que el interés prescribe, para que la justicia y la utilidad no terminen divorciadas.